Sine die

Cernuda, casa natal

Ismael / Yebra | Actualizado 14.05.2015 - 01:00
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PARECE ser que la única industria que tiene futuro en nuestro país y en nuestra ciudad en concreto es la del turismo. La poca que había se va desmantelando, en pos del beneficio rápido. Raro fue el empresario que no se dedicó a la construcción y que ahora no se pasa a la hostelería. Así les fue y así nos va. No interesan los proyectos de futuro que precisen años para consolidarse y dar su fruto. Como en casi todo, en la denominada industria turística, también hay clases. Lo más fácil es abrir bares, restaurantes, hoteles y parques temáticos orientados a las masas; pero esto es al turismo lo que los best sellers a la literatura.

El turismo cultural es otra cosa. Es menos degradante, más rentable y más estable, pero -¡ay dolor!- no a corto plazo. Largo me lo fiais, amigo, dirán algunos. Nuestra ciudad tiene la suerte de ser una de las denominadas literarias. Su pasado histórico y la abundante literatura que se ha escrito en ella y sobre ella, le hacen idónea para fomentar un turismo cultural de calidad y alto poder adquisitivo.

Hace años que un grupo de ciudadanos independientes intenta buscar apoyos para comprar la casa en la que nació Luis Cernuda e instalar allí una casa-museo que sería un importante foco cultural. Estos auténticos emprendedores, entre los que se encuentran el arquitecto Antonio Barrionuevo y el escritor Antonio Rivero Taravillo, autor de la biografía de referencia del poeta, contactaron con la propiedad y comprobaron su predisposición para la venta. El precio era razonable, aún más tras la caída de la denominada burbuja inmobiliaria. Pero la búsqueda de apoyos para su proyecto ha sido infructuosa hasta ahora, y me temo que de manera irremediable.

Pasa el tiempo y veo que han colocado en la fachada de la casa un cartel que dice se vende. Con la cantidad de dinero que se tira subvencionando asociaciones y proyectos inservibles, que no haya apoyos para que la ciudad conserve la casa natal de uno de sus mejores poetas, es signo del bajo nivel cultural y de la escasa sensibilidad de instituciones, fundaciones, empresas y ciudadanos en general. Mientras media ciudad está pendiente de la final de Varsovia y la otra media del ascenso a Primera, dentro de poco, si nadie lo remedia, el edificio se destruirá y se convertirá en apartamentos. No hay duda de que Sevilla tiene un color especial. No pasa nada, miarma. ¡Aaay, Macarena!
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